Organiza/Contacto: Aida Monteón
Email: anahualados@gmail.com
Guadalajara, Jalisco. Contador y Lic. en medicina Homeopática. Estudió inglés en Hammer Smith & West London College, Londres, Inglaterra. Fue galardonada con el III Premio Internacional de Poesía Palabra Ibérica 2010 por su obra Decantación. Ha publicado el libro de cuentos Juegos Tridimensionales por el que obtuvo una beca del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes 2008. “Tatuar la luz” libro de poemas Lo que el ruido se calla (Literalia ediciones, 2002). Textos suyos han sido traducidos al portugués e italiano y publicados en revistas nacionales e internacionales y suplementos culturales de medios impresos y electrónicos, así como en varias antologías nacionales e internacionales y participado con ponencias en congresos literarios nacionales e internacionales. Ha hecho trabajo de dramaturgia con la obra Una muerte al vacío. Coordinó el Primer Foro Internacional de Traducción Literaria en el marco de la Feria Internacional de Libro de Guadalajara, 2004. Es integrante del Taller de Traducción del Departamento de Estudios Literarios de la Universidad de Guadalajara desde 2002.
Nosotros los aficionados a este cielo
nos hemos encontrado A contraluz,
soñándonos en ese rostro
de tez amartillada exhausto de futuro
con la muerte acechando la noche de vigilia.
Tiene pena el corazón.
A qué el nacimiento
si las manos las bocas los cantos que enhebran
el mundo se coagulan
bajo el sol de tanto peregrinar.
Pequeño rostro sin límite de heridas
devolvernos la hora de nosotros
sin infierno.
En el fondo madrugadas encendidas de uno mismo
giran hacia otro bosque de mullido arraigos,
las sombras de los muertos presiden los pasos.
Éste es el rastro que remueve el silencio
arde las bocas,
revive palabras desahuciadas
con la levedad de un murmullo
con la sutura del verso
que acabará con este caos interminable.
Acaso una sílaba
prendida al fulgor del fuego
termine por incendiarnos.
Pero hemos de recomenzar
junto a la ceniza de todos los vértigos
en el olvidado vaivén que oscila en la memoria,
en el mismo silencio de nosotros.
Porque nos hemos tocado
tocado levemente al mirarnos
con el haz que nos teje a las venas
y la vida prende en cada pulsación
y las uñas sangran con el exceso púrpura
y te dices humo en los fragmentos desatados de tu vaho
y te dices niño demasiado a merced de la caricia
que dispara el universo. Ahí
hemos de contemplarnos , inmensos
como átomos de robusto néctar
ávidos de ser
una grávida estela con los signos del jade
ligeramente endulzado de lágrimas.
Más allá la efervescencia del vientre
lanzará estaciones venideras luz y aire
sujetos a la tierra hinchada de cenizas
el fuego extendido en el aliento
porque algo de nosotros palpita en el mundo
desde la hora primera.